En septiembre, el desempeño del euro fue inferior al de otras divisas equiparables, ya que una combinación de perturbaciones de las cadenas de suministro, el aumento de los precios de la energía y la subida de los rendimientos de los bonos se transformó en un shock inflacionario y degradó las perspectivas de crecimiento de la eurozona. Estas circunstancias influyeron en la moneda única, junto con la incertidumbre asociada a las elecciones alemanas y los menores diferenciales de los tipos reales, en un contexto en el que la percepción general del mercado también se deterioró, ya que esta evolución repercutió igualmente en las expectativas de crecimiento mundial. Aunque las pérdidas de septiembre fueron significativas, al situarse por encima del 2 %, esperamos que la presión sobre el euro se alivie en los próximos meses a medida que se mitiguen las presiones sobre la oferta, lo que debería contribuir a enfriar la inflación y propiciar unas condiciones de crecimiento.
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Autora: Ima Sammani, Analista de mercados