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Los PMI preliminares de diciembre han echado por tierra la posibilidad de un nuevo amanecer para la eurozona, algo especialmente ansiado después de que el último informe sugiriese que la recesión podría no ser demasiado grave.

La caída generalizada en las últimas lecturas del año apuntan a una no tan feliz Navidad para algunas economías europeas, con una recesión casi asegurada para el bloque y con la única pregunta vigente de hasta cuándo durará. Los indicios de un posible resurgimiento de las presiones sobre los precios tampoco son una buena señal. Pese a que la confianza de las empresas ha mostrado signos de recuperación, esto parece estar conduciendo a un fortalecimiento de los precios cobrados más que a un repunte de la actividad, algo que probablemente inquiete a los responsables políticos del BCE pudiendo obligar a mantener una política monetaria más restrictiva durante más tiempo de lo que los mercados prevén actualmente.

En general, y pese a que la encuesta de diciembre se ha basado en una muestra menor que la de otros meses con el fin de publicar los datos antes de la temporada de vacaciones, el panorama para la eurozona se presenta sombrío, con una posible erosión de las condiciones energéticas en el horizonte.

Los datos han supuesto un escaso alivio a finales de 2023, apuntando a riesgos a la baja para el crecimiento del PIB en los próximos meses, ante una debilidad evidente en los sectores manufacturero y de servicios a lo largo del continente evidenciada con un PMI compuesto en la eurozona arrojando un sombrío 47,0 en diciembre, por debajo de los 47,6 registrados en noviembre. La caída de la producción se aceleró tanto en el sector manufacturero como en el de servicios, con una débil lectura de 44,1 en el primero y 48,1 en el segundo. Los indicadores adelantados tampoco ofrecieron mucho alivio. Las entradas de nuevos pedidos continuaron cayendo en diciembre, al igual que la cartera de pedidos pendientes.

Naturalmente, esto está empezando a traducirse en un debilitamiento de las condiciones del mercado laboral, con una caída del empleo por segundo mes consecutivo extendido tanto a Francia como a Alemania. Esto ha sido particularmente pronunciado en el sector manufacturero, que hasta ahora ha soportado la mayor parte del dolor, y donde las nóminas se han contraído durante siete meses consecutivos.

Los débiles datos de diciembre a lo largo del continente revelan los escasos motivos para ser optimistas

No obstante, no todo han sido malas noticias. Poco antes de la publicación de los PMI, los datos finales de inflación de Francia para noviembre confirmaron que la lectura general cayó hasta 3,5% interanual, desde el 4,0% de octubre, mientras que la subyacente disminuyó 0,6 puntos porcentuales, hasta el 3,6%. La inflación de los servicios, uno de los principales puntos de atención del BCE, retrocedió 0,4 puntos porcentuales, hasta el 2,8%. No obstante, el optimismo en cuanto al perfil de la inflación en el futuro no tardó en truncarse. Quizá lo más preocupante que han revelado estos PMI es que esta contracción económica no se está traduciendo necesariamente en un descenso de la presión sobre los precios en la eurozona. Mientras que los costes de los insumos siguen disminuyendo, los precios de venta a los consumidores registraron el mayor aumento mensual desde mayo en el conjunto del bloque. Es especialmente preocupante el hecho de que esto vaya acompañado de un repunte de la confianza empresarial tanto en Alemania como en el conjunto de la eurozona, un factor ausente en Francia en la actualidad. Esto sugiere que el aumento de la confianza empresarial está conduciendo a una recuperación de los precios cobrados a medida que las empresas tratan de reconstruir sus estrechos márgenes, más que a una mejora del crecimiento.

Este indicio de que las presiones inflacionistas están aumentando, incluso en un contexto de crecimiento aún negativo y perspectivas económicas débiles, es probable que constituya una preocupación importante para los responsables políticos del BCE, y difícilmente una dinámica positiva para el euro.

En definitiva, el último informe de actividad económica del año no sólo indica que el bloque está probablemente en recesión, sino que parece poco probable que salga de ella en un futuro próximo. Si bien hay que tener en cuenta que se trata de una única lectura y que el PMI de diciembre suele estar sujeto a mayores revisiones que otros meses, ya que se publica a principios de mes, creemos que hay pocas razones para ser excesivamente optimistas.

Esto podría derivar en un nuevo paradigma para el BCE que parece que tendrá que enfrentarse a un feo dilema a tenor de los datos de hoy: provocar una desagradable recesión que acabe con las presiones inflacionistas, o convivir con un elevado crecimiento de los precios con el fin de prevenir la catástrofe económica en la medida de lo posible.

Autora:
María Marcos, Analista de mercados

 

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