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El PMI compuesto de la eurozona indica que la economía del bloque está en mejor situación de lo anticipado, pero creemos que esto no nos debe distraer de la realidad  de que permanece en contracción a mediados del primer trimestre.

La lectura principal aumentó a 48,9 en febrero, desde 47,9 en enero, superando ligeramente el pronóstico medio de 48,4. Si bien el promedio de los datos de enero y febrero, que sitúa la cifra en un 48,4, por encima de la media del 4T23 de 47,2, sugiere que el crecimiento del PIB se estaría acelerando a principios de 2024, creemos que no es suficiente, por ahora, para alcanzar niveles compatibles con una expansión de la actividad. Adicionalmente, el repunte observado en las presiones inflacionistas nos llevan a pensar que el aumento observado en enero quizá no se deba exclusivamente a efectos estacionales como inicialmente adelantamos. En conjunto, creemos que aunque las perspectivas de crecimiento parecen mejorar por el momento, también aumentan los riesgos de que la incipiente recuperación sea finalmente sofocada por el BCE a la luz de las persistentes presiones inflacionistas, lo que nos lleva a mantener nuestra previsión de crecimiento débil en la eurozona en 2024. Dicho esto, las cifras de hoy plantean un desafío a nuestra proyección de que el BCE empiece a relajar su política monetaria en abril, con los riesgos inclinándose cada vez más hacia un inicio más tardío, probablemente en junio.

Pese a la mejora generalizada, quizá la característica más notable sea la creciente divergencia entre las economías de la eurozona

Si bien ésta es la lectura general que se puede extraer a nivel agregado, algo que nos ha sorprendido especialmente en este informe es la notable divergencia entre países y sectores.

El desglose nacional volvió a revelar una debilidad particular en Alemania. Su cifra compuesta cayó del 47,0 en enero al 46,1 en febrero, como resultado de la debilidad en el sector manufacturero que presentó una lectura del 42,3, 3,2 puntos por debajo de la cifra anterior. Si bien es cierto que los servicios experimentaron un modesto repunte, con un PMI que subió hasta 48,2, frente al 47,7 anterior, en febrero observamos una caída generalizada en las carteras de nuevos pedidos, tanto extranjeros como nacionales, a medida que la demanda continúa cayendo. Esto contrasta de nuevo con la mejora de las expectativas empresariales para el año que viene, que volvieron a subir hasta un máximo de diez meses, en consonancia con el aumento de las expectativas de los inversores en las encuestas de confianza, que ha venido acompañado de una evolución de la inflación preocupante. En concreto, los datos de febrero mostraron el aumento más rápido de los costes de los insumos de las empresas en diez meses, impulsado en parte por las fuertes presiones salariales en los servicios, donde hubo informes generalizados sobre el aumento de los costes laborales. Los indicadores prospectivos tampoco ofrecen muchos motivos para el optimismo.

La creación de nuevas empresas se redujo al ritmo más rápido de los últimos cuatro meses, y la cartera de pedidos también disminuyó.

Por el contrario, la economía de Francia mostró indicios de estabilización en febrero, con su cifra compuesta aumentando a 47,7 desde el 44,6 anterior. Pese a que la lectura de servicios subió a 48,0 y la de manufacturas a 46,8, respecto a las lecturas de 45,4 y 43,1 registradas en enero, es difícil confirmar que se trata de una buena noticia sin ambigüedades, aunque la tendencia ha mejorado claramente. La caída de los nuevos pedidos y de la producción se atenuó significativamente a mediados del primer trimestre, y el empleo aumentó en conjunto por primera vez desde 2023. No obstante, creemos que con tan sólo un informe positivo, es muy prematuro asegurar que existen indicios de recuperación en 2024. Por otra parte, las presiones inflacionistas siguieron bajando en Francia, lo que se tradujo en el menor aumento de los gastos de venta en tres años, en clara contradicción con la evolución registrada en Alemania.

Como consecuencia, esta divergencia se ha traducido también en dos lecturas muy diversas entre las cifras de servicios y manufactureras del bloque.

No obstante, en conjunto destacó la mejora de la actividad en el sector servicios de la eurozona, con el PMI agregado de la zona euro logrando alcanzar la marca de 50 por primera vez en siete meses. En una notable similitud entre Alemania y la eurozona, esto también vino acompañado de signos de mejora de las condiciones del mercado laboral, con el empleo aumentando tanto en enero como en febrero tras dos meses de descenso a finales de 2023. Esto parece estar avivando la inflación, sobre todo en los servicios, donde los costes de los insumos aumentaron al ritmo más pronunciado de los últimos nueve meses y los precios de producción se aceleraron por cuarto mes consecutivo. Creemos que ambas señales pueden frenar el no tan elevado apetito del BCE por recortar los tipos de interés de referencia antes de lo previsto. Esto se ha visto reflejado en la valoración de los mercados OIS, donde la probabilidad implícita de un primer recorte en abril, en línea con nuestro escenario base, ha caído de un 40% en los últimos días a menos de un 30% tras las publicaciones. Como consecuencia de unas previsiones de un BCE dispuesto a mantener los tipos altos por algo más de tiempo, el EURUSD ha subido esta mañana para situarse de nuevo en el rango observado a finales de enero, justo antes del monstruoso informe de nóminas de EE. UU. que llevó a descartar marzo como inicio más probable de los recortes de la Fed.

 

 

Autora:
María Marcos, Analista de mercados

 

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