El BCE volvió a mantener constantes sus tres tipos de interés oficiales en lo que fue una decisión ampliamente adelantada.
Lo que sí llamó la atención de operadores y analistas fue el hecho de que la declaración sobre los tipos se mantuviese en general sin cambios, a la espera de nuevas señales claras sobre los planes a corto plazo del banco. En su lugar, la declaración que acompaña a los tipos recogía que «los tipos de interés oficiales del BCE se sitúan en niveles que, si se mantienen durante un período suficientemente largo, contribuirán sustancialmente a que la inflación vuelva a situarse en el objetivo”.
Fue la previsión de cuándo llegaremos a este objetivo el resultado verdaderamente llamativo. La revisión de las previsiones de los expertos del BCE mostraron rebajas en todos los indicadores, incluida la inflación subyacente para 2025 y 2026, llevando hasta el 2% la inflación estimada para 2025.
Sin embargo, quizá lo que resultó más sorprendente fue que el BCE considerara que sigue siendo prematuro confiar en estas previsiones actualizadas, y la presidenta Lagarde señalase que el Consejo de Gobierno no tiene «suficiente confianza» para empezar a rebajar los tipos. La mayor parte de esta falta de confianza hace referencia al mercado laboral, sobre lo que los responsables políticos tendrán «un poco más de certeza en abril» y «mucha más en junio», según Lagarde.
Esto sugiere que, aunque la puerta no está completamente cerrada a un recorte en abril, apenas está entreabierta. En consecuencia, sospechamos que el BCE retrasará cualquier decisión de recortar los tipos hasta la reunión de junio.
Las proyecciones de los expertos del BCE sugieren que el BCE debería estar ganando confianza para recortar, pero Lagarde dice lo contrario
Desde la última reunión del BCE en enero, los datos económicos de la zona euro han sido contradictorios: se estima que las presiones inflacionistas subyacentes se han acelerado ligeramente, que los indicadores salariales en tiempo real se han suavizado y que los datos de crecimiento no han alcanzado las expectativas, aunque muestran signos muy prematuros de mejora. No obstante, los datos se han suavizado uniformemente desde las proyecciones de diciembre, mientras que las perspectivas para la energía, en particular los precios del gas natural, se han vuelto significativamente menos inflacionistas. Por ello, hoy se esperaba una revisión a la baja de las previsiones de crecimiento e inflación del BCE. Aunque en esta última ronda de previsiones se ha cumplido esta hipótesis, al menos para el corto plazo, dos aspectos. En primer lugar, los expertos del BCE esperan ahora que la inflación subyacente se enfríe a un ritmo mucho más rápido durante el horizonte de proyección, lo que refleja la mejora de las cadenas de suministro, el desvanecimiento de los efectos de la reapertura post-pandémica, la moderación de los efectos de segunda ronda. En segundo lugar, esta opinión está condicionada a una curva del EURIBOR en torno a 0,2-0,4 puntos porcentuales más baja en los próximos tres años que la utilizada en diciembre. En conjunto, todo sugiere que los expertos del BCE creen que se prevé un mayor endurecimiento monetario, lo que por sí solo debería proporcionar una mayor confianza en el proceso de desinflación.
En cuanto al crecimiento, los expertos del BCE revisaron a la baja sus expectativas a corto plazo para el PIB, reflejando la debilidad de los indicadores adelantados, que se mantienen en terreno contractivo en los dos primeros meses de 2024.
A pesar de que las nuevas proyecciones del personal destacan que el BCE considera ahora que la transmisión del anterior endurecimiento de la política tiene un mayor lastre para la economía, la Presidenta Lagarde hizo todo lo posible durante la conferencia de prensa de hoy para orientar a los mercados hacia la reunión de junio como el momento más probable para un recorte. Aunque este resultado pueda considerarse prudente, se enmarca en un contexto de crecimiento considerablemente más débil que el de la Reserva Federal, por lo que la reticencia a recortar antes que la Fed entraña el riesgo de una debilidad económica más pronunciada a medio plazo. Además, aunque pensamos que el BCE seguirá recortando los tipos a un ritmo de 25 puntos básicos por reunión hasta que el tipo de depósito alcance el 2,5%, culminando con recortes de 125 puntos básicos este año y un nuevo recorte en 2025 antes de un periodo de pausa y reflexión, el retraso en el inicio del ciclo de relajación del BCE aumenta el riesgo de mayores reducciones en el 24S2, cuando debería materializarse la mayor parte de la desinflación de este año.
Estos riesgos latentes dificultan el giro estructuralmente alcista del euro a medio plazo, a pesar de la percibida postura de halcón del BCE, ya que el retraso en la relajación podría simplemente sustituir la debilidad a corto plazo de la secuencia anterior por unos resultados inferiores a medio plazo más pronunciados.
Autora:
María Marcos, Analista de Mercado