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La publicación de la inflación preliminar de noviembre de la eurozona esta mañana no solo ha confirmado las señales desinflacionistas que los datos nacionales nos llevan adelantando desde ayer, sino que el grado general de desaceleración de la inflación pone de manifiesto que la economía de la eurozona se dirige hacia una recesión en medio de un posible sobre endurecimiento de la política monetaria.

Ayer, los datos de inflación interanual de España y Alemania resultaron muy inferiores a las expectativas, con un ritmo secuencial estimado de la inflación subyacente del 0,18% intermensual que no sólo representaría una ralentización de la inflación subyacente desde el tercer trimestre, sino también un ritmo de desinflación subyacente mucho más rápido de lo que esperaba el BCE. Hoy, el informe de la eurozona reveló que la inflación cayó en noviembre 0,5 puntos porcentuales hasta el 2,4%, situándose ampliamente por debajo de las expectativas del consenso de economistas y en el nivel más bajo desde julio de 2021. Si bien uno de los principales factores detrás de este descenso fueron los precios de la energía, que cayeron un 11,5% en noviembre, la aceleración del ritmo de desinflación fue visible en todos los agregados, algo que creemos que no reconforte al BCE. Con la inflación de los servicios cayendo del 4,6% al 4,0% y la de los bienes no energéticos del 3,5% al 2,9%, la inflación subyacente disminuyó 0,6 puntos porcentuales con respecto a la lectura de octubre, hasta el 3,6%, ampliamente por debajo debajo de las expectativas y del 4,5% que revelaría ayer el informe español. Pese a que Eurostat no ofrece un desglose exhaustivo hasta la publicación de las cifras definitivas de inflación, no sería de extrañar que la mayor parte de la disminución de las presiones inflacionistas se debiera a la debilidad de los servicios de consumo discrecional y de los componentes intensivos en mano de obra, dada la reciente disminución de rigideces en el mercado laboral y la debilidad de las condiciones de la demanda de consumo.

No obstante, y debido a los posibles efectos estacionales, nos mantenemos prudentes con esta hipótesis.

Aunque hay motivos para creer que el IPCA de la zona euro retrocederá en diciembre, como los efectos de base y un probable repunte de la inflación de los servicios una vez eliminado el descuento estacional,  si las cifras preliminares de hoy se confirman en la lectura final, la inflación de la zona euro se situará en el 2,65% en el cuarto trimestre, considerablemente por debajo de la estimación media del 3,3% de las previsiones de septiembre del BCE. Junto con el hecho de que las nuevas proyecciones de los expertos del BCE deberán condicionarse ahora a unos precios de la energía aproximadamente un 10% inferiores a los de septiembre, la ralentización de la inflación debería conducir a una considerable rebaja de las previsiones de inflación de diciembre.

Y es que no sólo el avance de la desinflación se ha acelerado a un ritmo preocupante, sino que los datos de actividad de Francia han confirmado las lecturas del PMI que sugerían que la segunda mayor economía de la zona euro había entrado en contracción en el tercer trimestre y que probablemente permanezca en ese estado, mientras que los datos de Alemania mostraban que la tasa de desempleo seguía subiendo, y los datos del PMI chino sugerían que la zona euro ni siquiera puede confiar en las condiciones de crecimiento externo como apoyo.

Para los mercados, todo esto es indicativo de que la política monetaria de la zona del euro es demasiado restrictiva y ha provocado una recesión. Como consecuencia, esperamos que esto conduzca a abrir formalmente el debate sobre el calendario de la primera bajada de tipos del BCE, algo que la presidenta Lagarde ya ha reconocido de forma tácita al afirmar a principios de esta semana que el Consejo de Gobierno debatirá en breve la posibilidad de poner fin a las reinversiones del PEPP antes de lo previsto. Esto confirma nuestra opinión de que el BCE debería empezar a relajar su política monetaria a partir de abril de 2024, con el riesgo de que una desaceleración más siniestra del crecimiento justifique un recorte de tipos ya en marzo.

Los mercados están ahora alineados con nuestra hipótesis de base, con un recorte de tipos totalmente descontado para abril y una probabilidad en los mercados de swaps que ha aumentado hasta el 50% esta mañana de un recorte en marzo.

 

 

Autora:
María Marcos, Analista de mercados

 

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