El PMI compuesto de la eurozona en marzo siguió apuntando a una mejor salud de la economía de la eurozona de lo anticipado, aunque seguimos pensando que esto no nos debe distraer de la realidad de que se ha mantenido en territorio contractivo durante el primer trimestre.
La lectura principal aumentó un punto en marzo respecto a febrero y dos puntos respecto a enero, hasta el 49,9, revelando prácticamente una estabilización de la actividad económica en marzo, algo no visto desde junio de 2023. Si bien el promedio de los datos del primer trimestre, que sitúa la cifra en un 49, superior a la media del 47,2 del 4T23, sugiere que el crecimiento del PIB se estaría acelerando a principios de 2024, creemos que no es suficiente, por ahora, para alcanzar niveles compatibles con una expansión de la actividad, especialmente teniendo en cuenta que la cifra promedio del 1T23 fue claramente expansiva, del 52,0. Dicho esto, las cifras de hoy no deberían cambiar mucho el discurso del BCE. La debilidad del crecimiento y la moderación de la inflación son consistentes con la valoración actual de que el Consejo de Gobierno comenzará a relajar su política monetaria en junio.
Con una casi-estabilización de la actividad económica de la eurozona en marzo, la creciente divergencia entre las mayores economías del bloque
De manera análoga a como ya vimos en febrero, mientras la economía del conjunto de la eurozona parece mostrar síntomas de dinamismo, la notable divergencia entre países y sectores vuelve a ser el tema principal en marzo.
Si bien las dos mayores economías de la eurozona registraron una nueva contracción de la actividad a finales del primer trimestre, la desaceleración de las tres cifras principales con respecto al mes anterior es mucho más preocupante en el caso de Francia, que pasó de un índice compuesto del 48,1 al 47,7 en marzo. Aunque con datos más débiles, el conjunto de la economía alemana mejoró en el margen de una lectura del 46,3 en febrero al 47,4 actual, así como los datos de servicios, que se fortalecieron hasta el 49,8. Pese a que a nivel agregado esto se ha visto probablemente compensado por un mejor crecimiento en otras partes del bloque, individualmente, la incapacidad de las economías francesa o alemana para mostrar signos de mejora plantea importantes preocupaciones sobre la resistencia del motor de crecimiento europeo. Dicho esto, ambas economías presentan algunos rasgos comunes que los responsables políticos no deberían pasar por alto. Por un lado, el aumento del empleo sigue siendo débil, lo que sugiere que las presiones salariales que tanto preocupan al BCE deberían remitir. Y lo que es más significativo, los informes nacionales de Francia y Alemania registraron una reducción de los costes de los insumos, que se ha traducido en menores presiones sobre los precios finales. Por otro lado, para sorpresa de nadie, el sector manufacturero sigue siendo la asignatura pendiente, con lecturas del 45,8 y 41,6 en Francia y Alemania, respectivamente, algo que no creemos que cambie a corto plazo.
Como consecuencia, esta divergencia se ha traducido también en dos lecturas muy diversas entre las cifras de servicios y manufactureras del bloque. En el conjunto de la eurozona, la favorable expansión de los servicios que sitúa al índice por segundo mes consecutivo en territorio expansivo con una lectura del 51,1, ha sido contrarrestada por una mayor desaceleración en el sector manufacturero, que pasó de un pobre 46,5 en febrero a un decepcionante 45,7 en marzo. Como cabía esperar, al no vislumbrarse el final de la contracción en el sector manufacturero europeo, el crecimiento del empleo y las presiones inflacionistas siguen limitándose al sector servicios. En el conjunto del bloque, el empleo aumentó por tercer mes consecutivo, aunque el ritmo de crecimiento se ha ralentizado respecto a informes anteriores, como también ha ocurrido con el crecimiento del coste de los insumos. No obstante, y pese a la moderación de las presiones inflacionistas con respecto a los dos meses anteriores, en los casos en que estas presiones han persistido, especialmente en el ámbito de los servicios, a menudo estaban relacionadas con el aumento de la masa salarial.
En cualquier caso, el hecho de que la inflación de los precios de venta se esté enfriando por primera vez en cinco meses sugiere que, incluso en los casos en que se observa resistencia, no se está traduciendo en el tipo de presiones inflacionistas que quitan el sueño a los responsables políticos del BCE, lo que mantiene estable las valoraciones de recortes actuales de los mercados.
En conjunto, los síntomas de relajación de las presiones inflacionistas, en un contexto en el que los indicadores de actividad siguen siendo decepcionantes, en nuestra opinión debería apuntar a una valoración de un inicio más temprano de los recortes en el BCE. A pesar de la mejora de la situación de la eurozona en su conjunto, debido a mejores resultados en otras partes, la debilidad de la actividad en Francia y Alemania debería condenar al crecimiento del bloque a seguir siendo débil en el mejor de los casos, lo que podría seguir ejerciendo presión a la baja sobre los precios al consumidor. Aunque, en nuestra opinión, es poco probable que esto desencadene un recorte de los tipos de interés en abril por parte del BCE, dado el tono de la mayoría de los responsables políticos en sus últimas intervenciones, los informes de hoy deberían apoyar un escenario de recortes en junio, probablemente acompañado de un ritmo de relajación más rápido a partir de entonces.
Como consecuencia, esto debería seguir pesando sobre el EURUSD que, si bien ayer se benefició de los decepcionantes resultados de la última decisión de la Reserva Federal, el balance de riesgos para la inflación de la eurozona podría lastrar el desempeño de la moneda única a corto plazo.
Autora:
María Marcos, Analista de Mercado