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Las cifras de inflación general y subyacente de la primera quincena de noviembre han sorprendido ligeramente por encima del promedio histórico, señalando que el proceso de desinflación en México podría estar perdiendo fuerza en el último trimestre del año.

En términos intermensuales, la inflación general subió un 0,63% a principios de noviembre, muy por encima al 0,13% registrado en la última mitad de octubre, mientras que la  subyacente registró un aumento del 0,20%, en línea con el consenso de los economistas de un 0,21%, pero por debajo del 0,34% de hace un año. En términos interanuales, la inflación general aumentó 7 puntos básicos desde el segundo semestre de octubre, hasta el 4,32%, muy por debajo del máximo cíclico del 8,77% del segundo semestre de agosto de 2022, mientras que la inflación subyacente disminuyó 15 puntos básicos, hasta un todavía elevado 5,31%, aunque muy por debajo del máximo cíclico del 8,66% del primer semestre de noviembre.

El desglose de los datos muestra que la todavía elevada inflación básica de los servicios continúa siendo el principal foco de preocupación de Banxico, ya que ha continuado siendo el componente más inflacionista dentro de la inflación subyacente, con un aumento del 0,28% registrado en el periodo de referencia.

Detrás de esta cifra, el INEGI señala el aumento estacional de los precios de las tarifas aéreas y de los paquetes turísticos. La fortaleza de la inflación de los servicios es especialmente alarmante si se tiene en cuenta que el crecimiento de los salarios reales se sitúa en el 6% interanual, su tasa más alta desde principios de la década de 2000. Como ya apuntamos, el hecho de que esta tasa no vaya acompañada de un aumento de la productividad, existe el riesgo de que la solidez de la demanda interna y la rigidez del mercado laboral ralenticen el ritmo de la desinflación subyacente a través de unas tasas más elevadas de inflación de los servicios a corto plazo. Mientras, la inflación básica de bienes ha continuado moderándose a principios de mes, hasta el actual 0,13% y la inflación no subyacente ha alcanzado su mínimo del 1,41% en términos interanuales, frente al 6,62% de hace un año, lo que la sitúa como uno de los principales impulsores de la desinflación a principios de noviembre.

En conjunto, y pese a que las lecturas generales aún se sitúan por debajo de la previsión del Banco del 4,6% para el cuarto trimestre, han comenzado a converger más lentamente a principios de noviembre hacia el objetivo del 3% anual fijado por Banxico. Creemos que, por esta razón, y ante la alta preocupación por la evolución de la inflación subyacente de los servicios, principalmente por las fuertes presiones salariales que no están yendo acompañadas de un aumento de la productividad, el giro hacia un ciclo de flexibilización monetaria en México no va a materializarse en el corto plazo.

Para ello, probablemente serán necesarias pruebas claras de que las condiciones del mercado laboral se están relajando, el crecimiento salarial se está moderando y/o la productividad está repuntando con más fuerza, algo que no creemos que se produzca hasta principios del próximo año.

Aunque esta opinión es coherente con el mensaje del propio Banxico, el cambio a un lenguaje más laxo en la última reunión, hizo pensar por un momento a los mercados que el inicio de la relajación monetaria podría estar más próximo de lo que pensaban. No obstante, la comunicación por parte de los miembros de la Junta de Gobierno desde entonces, incluyendo a la Gobernadora, Victoria Rodriguez, daban a entender que el cambio en el lenguaje correspondía más a un cambio de ciclo que a una señalización de recortes más temprana. Esto último quedaría constatado hoy con la publicación de las actas de la reunión donde se muestra que la Subgobernadora, Irene Espinosa, hace referencia a los riesgos al alza crecientes para la inflación y a la necesidad del Banco a continuar siendo “prudentes y cautos” en la comunicación para evitar modificar anticipadamente la orientación a futuro. Con todo ello, creemos que probablemente Banxico no inicie su ciclo de suavización hasta el primer trimestre de 2024, con los riesgos sesgados hacia un inicio más tardío.

Como consecuencia, creemos que el peso mexicano mantendrá una importante fuente de apoyo al mantener sus condiciones altas de carry, algo que esperamos que también le beneficie a corto plazo, probablemente a partir de mañana, con la reapertura de los mercados estadounidenses tras el festivo por el día de Acción de Gracias.

 

Autora:
María Marcos, Analista de mercados

 

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