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Los PMI preliminares de enero siguen apuntando hacia un escenario de debilidad económica prolongada en la eurozona pero aún así probablemente harán pensar a los responsables políticos del BCE que mantener los tipos de interés en espera durante más tiempo sea la opción correcta.

Si bien es cierto que la tasa de actividad compuesta en enero fue la más alta registrada en los últimos seis meses, con una lectura compuesta de 47,9 para el conjunto de la eurozona, el desglose de los datos apunta a una debilidad todavía evidente en los sectores manufacturero y de servicios a lo largo del continente debido a la caída de la actividad generalizada que ha dejado unas débiles lecturas de 46,6 y 48,4, respectivamente. Los indicadores adelantados no ofrecieron mucho más alivio. Las entradas de nuevos pedidos continuaron cayendo en enero, aunque esta caída fue la más reducida desde junio del año pasado, lo que ha ayudado a estabilizar los niveles de empleo con respecto al mes anterior y a impulsar el optimismo empresarial hasta su nivel máximo en ocho meses. No obstante, de manera similar a como señalamos en diciembre, la mejora de la confianza de las empresas parece estar conduciendo a un fortalecimiento de los precios cobrados, que han aumentado en enero al ritmo más pronunciado desde mayo de 2023, más que a un repunte de la actividad.

En conjunto, todo esto debería apoyar a la postura más agresiva que han defendido en las últimas semanas varios de los responsables políticos del BCE sobre la idoneidad de mantener los tipos de interés en espera durante más tiempo de lo que los mercados prevén actualmente.

Los datos preliminares de enero ponen de manifiesto que la debilidad de la economía de la eurozona no se limitaba al cuarto trimestre de 2024

El análisis de los detalles del informe no da mucho espacio al optimismo. Por países, la desaceleración siguió encabezada por Francia, donde la actividad total cayó por octavo mes consecutivo, de 44,8 en diciembre a 44,2 en enero, experimentando el ritmo más intenso desde septiembre de 2023 debido tanto las crecientes contracciones en el sector manufacturero y como en el sector servicios. La actividad total también cayó en Alemania, que pasó de presentar un índice compuesto de 47,4 en diciembre a 47,1 en enero. No obstante, la magnitud de la caída fue más moderada debido al mejor desempeño relativo del sector manufacturero que contribuyó a contrarrestar una situación cada vez peor en el sector servicios.

Los riesgos para las perspectivas de crecimiento también parecen sesgados a la baja a pesar de la mejora confianza empresarial en el conjunto del bloque.

Los nuevos pedidos siguieron ralentizándose y las empresas siguieron acumulando trabajo atrasado, lo que sugiere que la debilidad actual de la actividad persistirá a medida que un número creciente de empresas agoten sus reservas de trabajo. No obstante, la debilidad de la actividad no se tradujo necesariamente en un debilitamiento del empleo en enero. Mientras que Francia siguió registrando caídas en el empleo, los niveles se estabilizaron en Alemania y aumentaron en el conjunto de la eurozona.

Dicho esto, prevemos que se trate sólo de un respiro temporal, ya que es probable que la ralentización de la economía siga pesando sobre el mercado laboral en los próximos meses.

De hecho, es muy posible que esto sea necesario para que las presiones inflacionistas en el bloque acaben de una vez por todas. Mientras que los costes de los insumos para las empresas manufactureras siguieron cayendo en enero, los proveedores de servicios vieron cómo el crecimiento de los costes se aceleraba hasta alcanzar la tasa más alta de los últimos ocho meses. Estos aumentos de los costes de los insumos se vieron acompañados de subidas de los precios de venta.

En un hecho preocupante para el BCE, la inflación de los precios de venta ha aumentado durante tres meses consecutivos desde el mínimo de octubre, liderada por el sector servicios.

En definitiva, el primer informe del año no sólo aporta más peso a la hipótesis de que el bloque está probablemente en recesión y que parece poco probable que salga de ella en un futuro próximo, sino que pone de manifiesto que la inflación podría tornar más persistente. Aunque en última instancia esperamos que la ralentización de la actividad pese sobre las presiones inflacionistas más pegajosas, las condiciones actuales de empleo, que por ahora han experimentado una cierta tregua, sitúan los riesgos al alza para la correcta evolución de los precios hacia el objetivo de inflación de medio plazo incluso ante las débiles cifras de actividad.

Esto debería hacer que el BCE mantenga su postura agresiva a corto plazo, algo que sigue siendo coherente con nuestra hipótesis de base de que el BCE probablemente decida iniciar su senda de recortes de tipos a partir de abril.

 

Autora:
María Marcos, Analista de mercados

 

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