La inflación general de Brasil se situó significativamente por debajo de las previsiones de los economistas en marzo, después de tres meses consecutivos sorprendiendo al alza. El IPCA general se desaceleró hasta el 3,93%, ligeramente por debajo de las expectativas del 4,01% y notablemente por debajo del 4,50% registrado en el mes anterior.
Pese a que se esperaba una caída del crecimiento de los precios del 0,25% en términos intermensuales, ésta logró sorprender a analistas y operadores al situarse en el 0,16%, la tasa más baja desde julio de 2023, y claramente alejada de la lectura del 0,83% de febrero. Dado que ya advertimos que la inflación de febrero habría repuntado por encima de las expectativas debido fundamentalmente a los efectos estacionales de la celebración del Carnaval, buena parte de la desinflación del primer trimestre se ha explicado por los efectos de base positivos con respecto al mes anterior. Esto hace que una sola lectura más fría no sea suficiente para declararle la victoria a la inflación. Con los riesgos al alza para la inflación aún latentes, mantenemos que la principal amenaza para el proceso desinflacionista procede de la subyacente de los servicios, una medida seguida de cerca por el BCB. Pese a que la inflación subyacente se estima que se moderó a un 0,12%, menor de lo esperado, frente al 0,45% en febrero, ha seguido contribuyendo positivamente en marzo. En conjunto, este informe sobre la inflación en marzo, aunque mejor de lo esperado, creemos que no supone una contradicción a la renovada orientación del BCB que en su última reunión, tras recortar el tipo Selic en otros 50 puntos básicos, pasó de prever recortes de la misma magnitud, en plural, a anticipar “una reducción de la misma magnitud en la próxima reunión”.
Nuestra interpretación de los datos concluye que esta lectura más fría de lo esperado no cambia nada para un BCB que esperamos que bajé a un ritmo de recortes de 25 puntos básicos en junio, cuando el tipo Selic se sitúe en el 10,25%, ya que los riesgos al alza para la inflación subyacente justifican el mantenimiento de una postura restrictiva.
De hecho, los riesgos al alza señalados por el Copom llevaron a los responsables de política monetaria a mantener sin cambios su escenario base que prevé una inflación prevista del 3,5% y del 3,2% para 2024 y 2025, respectivamente. Con el dato oficial interanual por encima de las previsiones, no sospechamos que los responsables políticos encuentren demasiado consuelo en los datos de hoy, más aún si tenemos en cuenta que la tasa trimestral anualizada revela que la inflación se situó en el 5,79% en el primer trimestre. Según la nota que acompaña a los datos, seis de las nueve categorías registraron aumentos en febrero, y la inflación de los servicios básicos volvió a tener una gran contribución positiva en el periodo de referencia. La mayor variación (0,53%) y el mayor impacto (0,11 pp) procedieron de la categoría Alimentos y bebidas, dentro de la cual la mayor variación correspondió a la comida dentro de casa (0,59%), debido especialmente al aumento del precio de la fruta (3,75%) y de los vegetales y hortalizas (2,23%). Tras Alimentos y bebidas, Gastos personales fue la segunda categoría más inflacionista (0,33%), aunque no lo fue en términos de contribución (0,03 pp), ya que Salud y cuidado personal (0,06 pp) ocupó el segundo lugar.
En general, y pese a que la mayoría de las categorías han presentado una notable desaceleración con respecto al mes anterior, creemos que la principal lectura es que la inflación básica de los servicios continúa siendo el primer foco inflacionista, más allá de la inflación alimentaria, cuyos riesgos al alza creemos que serán transitorios, en un contexto en el que la rigidez del mercado laboral y las transferencias fiscales sugieren una inflación persistente de los servicios, lo que debería mantener al Copom prudente en su postura política.
A pesar de una lectura general y subyacente más fría en marzo, la tasa anualizada a tres meses revela que la inflación aún se encuentra lejos del objetivo y de las previsiones del BCB
En definitiva, y pese a la mejora en marzo, los riesgos para el perfil desinflacionista en Brasil no son desechables. Aunque algunas de las categorías más inflacionistas pueden no plantear un riesgo excesivamente alto de empeoramiento de la inflación en Brasil, es especialmente preocupante para el Banco el nivel aún incómodamente alto de la inflación subyacente, de los servicios básicos en concreto, más aún si consideramos el sorprendente repunte de los indicadores de la actividad económica durante el primer trimestre que podrán hacerse visibles en las próximas publicaciones. No obstante, esta mejora en los indicadores de crecimiento no parecen suficientes para el Gabinete de Lula da Silva que ya ha reabierto el debate fiscal de cara a los presupuestos de 2025. En nuestra opinión, el anuncio presupuestario será un factor clave a tener en cuenta en un horizonte táctico, prestando especial atención a la naturaleza del gasto, productivo o improductivo, y a las áreas a las que éste irá destinado para determinar la capacidad inflacionista del mismo en los diferentes horizontes temporales y la reacción más probable de la autoridad monetaria en consecuencia.
En nuestra opinión todo esto sugiere que la desaceleración en el ritmo de los recortes es una prueba más de que el BCB se mantiene vigilante y que mantiene una postura prudente de cara a los principales riesgos a los que se enfrenta, en concreto: a un mercado laboral tenso, a la persistente inflación de los servicios, a los riesgos fiscales al alza y al estrecho margen para reducir la tasa Selic antes de que alcance la tasa neutral ex-ante. En consecuencia, esta postura cautelosa será en general positiva para el BRL, ya que se beneficia de rendimientos relativamente más altos en un entorno de tasas más altas en Estados Unidos y una flexibilización más acelerada entre algunos socios de la región como Colombia y Chile.
Dicho esto, el grado en que esto será positivo dependerá en gran medida del riesgo de que un BCB más agresivo provoque otra disputa pública con un gobierno comprometido con el aumento del gasto fiscal. Como demostró 2023, esto se ve negativamente entre los mercados de divisas a pesar del alto nivel de carry, lo que podría suponer un importante riesgo a la baja para el BRL en un horizonte táctico.
Autora:
María Marcos, Analista de Mercado