Llegó el día. El BCE ha decidido hoy recortar los tres tipos de interés oficiales en 25 puntos básicos, dejando el tipo de depósito en el 3,75%, después de 9 meses de espera.
Con este movimiento, la autoridad monetaria única se une a algunos de sus homólogos del G10, como el SNB, el Riksbank y el Banco de Canadá, en el inicio de los recortes de tipos en el actual ciclo de política monetaria. No obstante, a diferencia de éstos, este movimiento estaba ampliamente adelantado dado que 17 de los 26 miembros del Consejo de Gobierno habían abordado abiertamente la posibilidad de un primer recorte en la reunión de junio en los últimos dos meses. Quizá por este motivo, unido a una escasa orientación a futuro, el anuncio en sí ha ofrecido poco de lo que hablar. No obstante, no todo había sido anticipado.
La revisión al alza de las proyecciones del personal del Eurosistema para la inflación general y básica, con respecto a la revisión de marzo, tanto para 2024 como para 2025, sugiere que existe un riesgo creciente de persistencia de la inflación derivado de unas condiciones de demanda interna más fuertes.
En concreto, el personal ahora prevé que la inflación general alcanzará un promedio del 2,5% en 2024, del 2,2% en 2025 y del 1,9% en 2026 y una inflación subyacente promedio del 2,8%, 2,2% y 2,0% respectivamente. Esto ha hecho que la postura del BCE, que se mantiene dependiente de los datos, se interprete de forma agresiva en los mercados, lo que provocó una ligera subida del euro tras la decisión.
La revisión al alza de las previsiones de crecimiento para este año junto con a una inflación esperada más alta, ha hecho que el mensaje del BCE, que depende de los datos, tenga connotaciones de halcón
Paralelamente, uno de los puntos que quizá más sorprendieron fue la revisión al alza de las previsiones de crecimiento promedio para 2024, que pasaron de apuntar a un 0,6% en marzo, a un 0,9% en junio.
Dicho esto, los responsables políticos de Fráncfort no consideraron que las condiciones económicas más sólidas y las perspectivas más inflacionistas sean lo suficientemente preocupantes como para desalentarles de recortar los tipos. En concreto, la presidenta Lagarde hizo alusión a la confianza del personal del Banco en la tendencia general a la desinflación, que ha pasado de presentar un crecimiento de dos dígitos hace un año a situarse actualmente cerca del objetivo.
No obstante, el hecho de que la “última milla” sea un tramo crucial para garantizar el retorno de la inflación al objetivo de medio plazo del 2%, hace que la orientación real de la política monetaria sea incluso más restrictiva que a principios de año.
De hecho, el recorte de hoy se ha transmitido en el contexto de la eliminación de la “capa superior” de restricción monetaria, término acuñado recientemente por el Economista Jefe Philip Lane, a la vez que se ha subrayado la necesidad de mantener las condiciones suficientemente restrictivas durante el tiempo que sea necesario para alcanzar el objetivo de inflación, algo que no se espera que ocurra hasta finales de 2025.
Sin embargo, de forma un tanto contradictoria, la presidenta Lagarde también destacó el nivel de incertidumbre que sigue rodeando a las previsiones de inflación del personal del Eurosistema en un intento de mantener la opcionalidad de cara al futuro, afirmando explícitamente que el BCE no está entrando en una fase de flexibilización.
En conjunto, la naturaleza prospectiva de la actual función de reacción del BCE y la dependencia de los datos pendientes de confirmar las previsiones del personal, nos sugiere que el BCE probablemente solo ajustará la política a un ritmo trimestral si los datos, especialmente de inflación y de salarios, se ajustan a las previsiones.
Esto es justamente lo que descuentan los mercados. Actualmente, los swaps de tipos de interés a un día prevén que el BCE flexibilice la política monetaria cerca de 3 veces en los próximos 9 meses, con cada recorte centrado en el momento en que el personal del BCE actualice sus previsiones.
Dado que el BCE también vuelve a confiar en sus previsiones, esperamos que la relajación se sincronice con las proyecciones actualizadas del personal, lo que les dejará recortar los tipos solo una vez por trimestre.
En nuestra opinión, y con la información disponible hasta el momento, creemos que se trata de una hipótesis razonable y que es poco probable que se modifique durante los meses de verano. Esto deja al EURUSD a merced de la evolución en EE.UU., donde creemos que la política implícita de la Reserva Federal tiene más margen para reajustarse a corto plazo dado el espectro aún amplio que se barajan actualmente para la política monetaria estadounidense.
En cualquier caso, el tono relativamente agresivo de la declaración y la revisión de las previsiones han aportado hoy un cierto apoyo al euro ante los incipientes temores de que un primer recorte pudiera pesar sobre las valoraciones al contado.
Autora:
María Marcos, Analista de Mercado